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“Cacerolazos” estudiantiles: ¿Veinte años de democracia en Chile?

 

Por Fernanda Larrainzar. Integrante del Consejo Central de la LJC


 

En Chile la educación gratuita sólo está garantizada en el nivel básico. A partir del secundario, las escuelas pueden cobrar cuotas. En tanto, todas las universidades - públicas y privadas- cobran aranceles. Es increíble que un universitario tenga que endeudarse con créditos de 30 mil dólares que pagará a partir de su primer empleo.

Esta política privatizadora es una herencia de la dictadura militar pinochetista que termina en 1990. Año en el que se promulgara una ley que exime al Estado de la responsabilidad de garantizar la educación, reduciéndolo a un simple administrador y dando como resultado que hoy el 75% de la educación este en manos privadas.

Desde el pasado mes de abril los estudiantes chilenos han protagonizado en una serie de manifestaciones masivas en demanda de una reforma educativa que garantice una educación pública de calidad, sin fines de lucro, bajo la responsabilidad del Estado y reconocida como un derecho en la Constitución.

 

Las movilizaciones masivas donde participan los estudiantes de secundaria, de enseñanza técnica y universitaria- tanto de centros estatales como privados- han sido convocadas por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, a las cuales se suman el Colegio de Profesores, los padres de familia, los mineros del cobre, sindicatos de trabajadores y organizaciones populares.

El pasado 10 de agosto el Paro Nacional que convocó a unas 500 mil personas en todo el país, fue una demostración de fuerza y solidaridad de otros sectores de la sociedad chilena. Sin embargo la represión también ha estado presente a lo largo de estos meses de movilizaciones, el Estado ha utilizado carabineros (policía militarizada), gases lacrimógenos, carros lanza-agua y policías a caballo para amedrentar a los manifestantes.

Chile es un país rico en cobre, tiene el 50% de las reservas conocidas a nivel mundial. Por ello la solución que se propone para financiar la educación, está en los miles de millones de dólares que se llevan las empresas del cobre privadas, extranjeras y nacionales.

La Liga de la Juventud Comunista expresa su solidaridad a la justa lucha de los estudiantes en defensa de la educación gratuita. La LJC también comparte su visión acerca de la crisis estructural del sistema capitalista y la necesidad de un cambio profundo. Al igual que ellos pensamos que no sirven las medidas meramente reformistas o maquillaje al actual sistema que solo lo perpetúan. Pensamos que el problema no se resuelve hasta que la educación sea entendida como un derecho y no como mercancía.