19 | 03 | 2024

 

Por Eleazar Ramos


Hace ya un año de la trágica noche del 26 de Septiembre en que estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa fueron asesinados y 43 más desaparecidos; hace ya un año en que se evidenciaba la debilidad del Estado mexicano y su vinculación con el crimen organizado; hace un año de que en México se abría un nuevo periodo en la lucha de clases, producto de la crisis política, económica y social que atraviesa el país, una crisis profunda del sistema de dominación vigente, una crisis que desembocó -como bien señaló el Partido Comunista de México-, en todo un periodo de insumisión popular.


Hace ya un año en que la exigencia “vivos se los llevaron, vivos los queremos” barrió todos los rincones del país –y del mundo-, sumando e incorporando a cada paso las demandas y reivindicaciones largamente contenidas por el pueblo mexicano que expresan el hartazgo popular; así se ejerció la represión abierta y selectiva en Mayo del 2006 en San Salvador Atenco, en Atoyac, Aguas Blancas, el Charco, Coyuca de Benítez donde fueron asesinados 5 camaradas nuestros, y más recientemente en Tamaulipas con la desaparición forzada de Enrique López Gutiérrez por parte de elementos armados, que pasaron a sumarse a las masacres cometidas por la burguesía y sus fuerzas represivas, el 2 de octubre de 1968 y el 10 de Junio de 1971.

 

 

La violencia ejercida por el Estado hacia los movimientos sociales y estudiantiles es orgánica al sistema capitalista, no es casual; México entró en un período en que fueron muchos los factores que determinaron, y siguen determinando el despertar e insumisión de la clase trabajadora, de los desposeídos -los que tienen que cargar sobre sus hombros con un sistema rapaz hacia la humanidad y el medio ambiente-, como las reformas antiobreras y antipopulares, como la inestabilidad económica a nivel global, o la consecuente desconfianza hacia todos los partidos políticos legales que han demostrado estar del lado de los intereses de los monopolios, de los intereses del capital, funcionales a la dictadura de clase de la burguesía y que han tenido participación directa en todas y cada una de las acciones represivas.


Prueba de esta insumisión fueron las multitudinarias movilizaciones que mes con mes inundaban las calles del país, la resistencia magisterial en diversos estados de la República, la ofensiva popular ante la farsa electoral, el hartazgo de los jornaleros del Valle de San Quintín, las movilizaciones de las enfermeras y los trabajadores de la salud, el aumento en la intensidad de las confrontaciones entre manifestantes con policías y soldados, la toma de casetas, la del aeropuerto, la huelga de 5 mil obreros de la fábrica de tubos TAMSA -que les llevó a la confrontación con las fuerzas represivas-, las movilizaciones de descontento de los trabajadores de PEMEX por los despidos que ya se presentan -producto de la apertura de dicha paraestatal a la iniciativa privada- y que se prevén de manera masiva, los embriones de poder popular en los consejos populares que se conformaron en varios municipios de Guerrero, la participación masiva de estudiantes, la inconformidad creciente de los obreros de la empresa Industrias Tecnos en el estado de Hidalgo, la cobertura por parte de las Policías Comunitarias de Guerrero, la movilización de los servidores públicos del estado de Guerrero, y otras expresiones más de rebeldía en distintos estados del país.


Se comprueba la respuesta natural del Poder de los Monopolios, que es el reforzamiento de la represión contra el pueblo, es decir, un escalamiento de la lucha de clases por ambos lados. Hoy, en estados como Oaxaca y Guerrero atestiguamos una fuerte concentración de elementos de la Gendarmería y el Ejército hechos que condenamos rotundamente; en los subsiguientes meses a lo ocurrido el 26 de Septiembre atestiguamos las confrontaciones abiertas y descaradas, generales y selectivas para contener nuestra rabia, por medio de las fuerzas represivas y paramilitares.


La Federación de Jóvenes Comunistas (FJC) ha unido esfuerzos con otras organizaciones estudiantiles y populares para exigir la presentación con vida de nuestros compañeros normalistas y el castigo a los culpables. Directamente la FJC tuvo presencia a través de las brigadas rojas en el estado de Guerrero en los momentos álgidos de confrontación. Fue aquí en la primera línea de fuego donde muchos camaradas aprendieron y extrajeron valiosos conocimientos que marcaron su formación.


De igual forma la FJC ha acompañado las acciones globales por Ayotzinapa en diversos estados como Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Guadalajara, Oaxaca, Morelos y el Distrito Federal, participado y convocado movilizaciones y organizado paros estudiantiles que se realizaron el año pasado en diversas Universidades de país.


La FJC también ha denunciado de manera internacional el crimen contra nuestros compañeros normalistas, en espacios como la Federación Mundial de las Juventudes Democráticas (FMJD).


La FJC, que como tarea principal debe preparar a la Juventud para la insurrección contra el poder de los monopolios ha trabajado arduamente a lado del PCM en el proceso de insubordinación de nuestro pueblo, sabemos que las condiciones cada vez serán más difíciles, pero no pararemos de exigir la presentación con vida de nuestros 43 compañeros normalistas; no dejaremos de seguir siendo partícipes de cada una de las luchas que se avecinen; de dotar a cada brote de insubordinación juvenil de contenido de clase que logre asestar golpes hacia el derrocamiento del poder de los monopolios, por la construcción del socialismo-comunismo.


A un año de aquella terrible noche, la FJC continúa, y continuará gritando:

¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!

¡POR NUESTROS MUERTOS Y DESAPARECIDOS, NI UN PASO ATRÁS!

¡POR LA INSURRECIÓN DE LA JUVENTUD CONTRA EL PODER DE LOS MONOPOLIOS!

¡POR EL SOCIALISMO!

¡NECESAROS ES VENCER, Y VENCEREMOS!

 

Partido Comunista de Mexico

El Comunista