19 | 03 | 2024

 

Por Ricardo Robles

El pasado 26 de junio se cumplieron nueve meses de una de las tragedias que han azotado a México en los últimos años: la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Brugos y la masacre de 6 personas en Iguala, Guerrero. Son nueve meses en los cuales familiares, estudiantes y distintas organizaciones han mostrado su apoyo ante el incansable clamor de justicia y aparición con vida de los 43 normalistas. La siguiente crónica revela parte de los hechos ocurridos durante la marcha que dio inicio a la jornada político-cultural 43 x 43.

 

 

Preparativos de la marcha.

Desde las 15 horas, agentes de tránsito y granaderos se habían postrado sobre el camellón de avenida reforma frente al hotel Sheraton María Isabel. Los agentes mantenían formación en fila. En calles aledañas, vehículos de la policía estaban estacionados. Grupos de granaderos se colocaban en las esquinas de esas mismas calles, vigilando a los manifestantes, protegiendo las fachadas de los edificios de determinados comercios, bancos y agencias periodísticas, como el Excélsior y el Universal. A medida que se acercaba la hora de partir hacia el Palacio de Bellas Artes, los oficiales de tránsito desviaban la circulación.


Alrededor de las 15:30 horas, personas y diversas organizaciones sociales se aglutinaron en el Ángel de la Independencia para marchar por la aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos. Algunos manifestantes postrados en las escalinatas del Ángel sostenían mantas y gritaban consignas en apoyo los Normalistas desaparecidos. Quince minutos después, aproximadamente 5 autobuses llegaron a las inmediaciones del ángel y se estacionan a orillas del camellón sobre avenida paseo de la Reforma. De ellos descendieron los Papás de los desparecidos y jóvenes, probablemente estudiantes de Normal Rural de Ayotzinapa.


La manifestación se puso en marcha.

Poco después de las cuatro y media de la tarde, la marcha inició. Al frente iban los padres de los normalistas desaparecidos sosteniendo en sus manos la imagen de sus hijos. Detrás de ellos, un cúmulo de personas, organizaciones políticas y civiles los apoyaban. La marcha partió del Ángel de la Independencia y se dirigió sobre avenida Reforma hacia el Palacio de Bellas Artes.


Durante el trayecto del contingente se escucharon gritos como: "¡los masacrados serán vengados, vestidos de verde olivo, no has muerto...camarada, tu muerte...será vengada!", "¡1, 2, 3,..., 41, 42, 43! ¡Justicia!", entre otras consignas.


Durante la marcha un “turibus” hizo acto de presencia. La gran mayoría de sus ocupantes tomaban fotos hacia el contingente movilizado. Con cámaras o teléfonos celulares de última generación retrataban la otra parte de un México que no se encontraba en las calles, monumentos, ni plazas de la ciudad a la que comúnmente visitaban. Lo que ellos retrataban era una realidad distinta del México negado, el que no aparece en guías turísticas. El de la injusticia, de la desigualdad postrada en un país periférico.


Así mismo, en el monumento a los 43, cerca de la Torre del Caballito hubo un acto de conmemoración con relación a los motivos de la manifestación. Monumento que causó revuelo en autoridades del gobierno del Distrito Federal y que buscaron quitarlo, pues, según ellos, no era parte del "inmobiliario urbano recomendable". La marcha transcurrió tranquilamente. Columnas de policías de tránsito custodiaban el grueso del contingente de manifestantes, colocándose en los flancos del mismo.


Grupos de granaderos custodiaban las fachadas de comercios y negocios postrados a lo largo de la avenida Reforma. Su presencia dejaba en claro que evitarían cualquier acercamiento a los inmuebles. Veinte minutos antes de las seis de la tarde, el grueso del contingente llegó a las inmediaciones del Palacio de Bellas Artes. Tremenda lluvia se soltó en ese momento, relámpagos y truenos se veían al horizonte, algunos cayendo sobre antenas pararrayos colocadas sobre los edificios que se levantaban sobre la ciudad. Una vez llegados a la plaza frente a la entrada principal del palacio de bellas artes. La mayoría de los participantes de la marcha nos colocamos bajo un templete colocado frente a dicho lugar. De las ventanas de una tienda Sears, frente a la entrada al Palacio de Bellas Artes se asomaban multitud de personas, probablemente trabajadores del lugar, consumidores potenciales de la tienda. Dirigiendo sus miradas de curiosidad hacia el mitin, hacia la masa que se concentraba en las puertas del Palacio. La lluvia arreciaba aún más. Los padres, también colocados bajo el templete, gritaron durante algunos minutos consignas en reclamo de la aparición de sus hijos desparecidos en manos de los "milicos, la policía y paramilicos". Justo en ese lugar conocí a Carlos, uno de los Padres de los 43 desaparecidos y quién me concedió unas palabras respecto a lo vivido durante estos nueve meses[1], de la exigencia que se mantiene en pie por la aparición con vida de su hijo, normalista desparecido de Ayotzinapa. Hombre originario del estado de Guerrero, sus rostro, cuerpo y manos reflejaban parte de su identidad: hombre del campo, de comunidad rural, castigadas por años de violencia y agravios contra los suyos, contra sus reivindicaciones, necesidades y exigencias.


Ricardo Robles: Carlos, se sabe que el día de los hechos, el 26 de septiembre, el grupo de estudiantes que ingresaron al municipio de Iguala fueron vistos y monitoreados por personas que se hacían pasar por informantes, las cuales proporcionan información a determinados grupos sobre la situación del lugar. Para usted, ¿qué papel juegan los "halcones" en Guerrero?

Carlos: sabemos que existen, de que hay halcones, hay halcones en el estado de Guerrero. Donde quiera hay gente infiltrada que informa lo que sucede.

Ricardo Robles: El sistema de poder, que utiliza a los principales medios de difusión, los cuales generalmente vociferan a su favor, hacen la reiteración de que los militares no tuvieron responsabilidad directa el día de los hechos.Sin embargo, por medios independientes sabemos que elementos del ejército participaron de manera directa e indirecta en los trágicos acontecimientos del 26 de septiembre. En ese sentido, ¿usted considera que elementos del 27 batallón de infantería en el estado de Guerrero están involucrados por el crimen organizado?

Carlos: Bueno no es que lo consideremos, más bien, se sabe que el 27º batallón de infantería esta penetrado por el crimen organizado, es algo que nos han dicho.

Ricardo Robles: Su movimiento inició con gran profusión e indignación en los mayores sectores de la sociedad por lo sucedido, su voz de reclamo se ha hecho escuchar en gran parte del país y a nivel global. A éstos nueve meses, ¿qué exigencias mantienen vivas en su reclamo?

Carlos: Nosotros exigimos la aparición con vida de nuestros hijos, somos campesinos que trabajamos para vivir y no buscamos hacerle daño a nadie, sólo queremos a nuestros hijos y que se castigue a los verdaderos culpables.

Ricardo Robles: En sucesos anteriores y recientes, tan trágicos como los de Ayotzinapa, tales como Aguas Blancas, El Charco, entre otras, se ha evidenciado un claro involucramiento de agentes del ejército mexicano. Ante los sucesos de Iguala, el gobierno federal ha rechazado la exigencia de que se les investigue. ¿Saben las razones por las cuales el gobierno no ha querido emprender lo anterior?

Carlos: el gobierno nos dijo que no era posible entrar al 27º batallón de infantería para saber si estaban nuestros hijos, pero en realidad no sabemos cuál sea el verdadero motivo por el que no se permita investigar el cuartel.

La situación por la que Carlos estaba ahí, por la que había recorrido una larga brecha de exigencia durante estos nueve meses se manifestaba en su rostro. Tristeza, frustración y enojo configuraron sus gestos. Su voz, clara y firme en algunos momentos se cortaba debido a su sollozar por la situación.


El mitin.

Frente a las puertas del Palacio se mantenía en pie un templete. La fuerte lluvia hizo que muchos buscáramos refugio. Los padres de los desaparecidos alzaron su voz, expresaron su malestar y desesperación ante lo ocurrido en Iguala. Cada uno de los seis que participaron en la jornada tomo el micrófono y dio a conocer a los presentes la situación particular sobre estos nueve meses. Alrededor de las 19 horas y con la intensa lluvia finalmente se realizó el mitin en donde participaron Padres, estudiantes de Ayotzinapa así como una madre procedente de Puebla quien denunciaba públicamente la muerte de su hijo en manos de autoridades estatales. Muchos de los presentes escuchaban debajo del templete principal colocado frente a la entrada del Palacio de Bellas Artes, otros lo hacían la misma entrada donde se llevó a cabo la ceremonia. La ceremonia inició con la voz de uno de los Padres:


"Son nueve meses de que partieron de nuestros hogares...para saber en donde están el paradero de nuestros hijos...hoy a nueve meses estamos en la lucha gritando a las autoridades mexicanas, no importe pase lo que pase...miedo no tenemos...los hijos no se venden, los hijos duelen, cuestan...vamos a seguir adelante a pesar de lo que nos diga el gobierno...aquí estamos demostrándole que vamos a seguir adelante...estamos los 43 Padres juntos, de pie, no descansamos...estamos demostrándole a Peña Nieto que vamos a seguir adelante".


Otro de los Padres señaló:

"Estamos aquí para buscar a nuestros hijos con el apoyo de todos ustedes...que vergüenza por haber recorrido otros países para que nos puedan apoyar, porque éste gobierno no puede encontrarlos. Con sus miles de militares ¡Qué casualidad! Porque ellos los tienen... vamos a seguir pase lo que pase...muchas gracias por su apoyo".


Una vez terminada esta intervención, el maestro de ceremonias, quien era uno de los Padres de los desaparecidos, denunció el bloqueo cibernético, en ese momento de la revista Proceso, en una de sus intervenciones. ¿Casualidad o propósito? ¿Realidad o ficción?


Posteriormente dio la palabra a otro de los Padres en pie de lucha por la recuperación de su hijo desaparecido, el cual señaló:

"A nueve meses estamos de pie, el pueblo está alerta de lo que pasa. Son nueve meses de angustia y desesperanza, pero aquí estamos más vivos que nunca.Llegaremos a las últimas consecuencias. Estamos más vivos que nunca. Estamos de pie. Gracias por ayudarnos en todos los aspectos. A nueve meses, exigimos la presentación de nuestros hijos. Uno tiene que andar de aquí para allá, no hay estabilidad en lo emocional. Lucharemos por nuestros hijos, porque lo que pasó, eso no se perdona con dinero, ni con una disculpa. Seguiremos buscando a nuestros hijos. Me siento indignado. Como padres buscamos durante siete meses a nuestros hijos, en diferentes lugares. Lucharemos hasta el final en conjunto con ustedes. Gracias por estar con nosotros".


Después se le dio la voz a una madre, no propiamente de Ayotzinapa, sino de Puebla, a la que en meses pasados, le asesinaron a uno de sus hijos:

"Tengo mucho coraje con el gobierno del estado de Puebla. Le quitó la vida a mi hijo José Luis Alberto. Ya estamos cansados de tantos atropellos y asesinatos y que nunca se hace nada. En Puebla no hay justicia. Vengo a exigir aquí al estado mexicano justicia porque ya basta de todo lo que pasa y dicen que no pasa nada. Los que alzan la voz, los encarcelan ¡Ya basta! No decaigamos y seamos más fuertes que nunca".

La madre invitó a los asistentes a la marcha del próximo 9 de julio en exigencia de justicia por lo vivido.

 

Finalmente, en el estrado apareció un estudiante de la Normal de Ayotzinapa, el cuál dijo: "No es sencillo hablar de esto, se convierte con el tiempo en agonía y angustia.Seguimos manteniéndonos en pie. Muchos han caído en esta lucha, otros golpeados y encarcelados. Sabemos que obedece al carácter represor del Estado mexicano. Como estudiantes, invitamos a quesean parte del proyecto que desde 1926 han dado vida a las normales rurales. Para nosotros lo sucedido en Ayotzinapa es un crimen de estado. Pedimos justicia y castigo a los culpables. Castigo al asesinato de Julio César Nava...a los 25 compañeros lesionados en esa noche". Al finalizar su discurso, el estudiante gritó la célebre consigna del movimiento por los 43: ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos! Así mismo, se escucharon gritos de ¡No están solos!, y, ¡Justicia! ¡Justicia! Gritos de mujeres y hombres que se escucharon al termino del reclamo de cada uno de los Padres que tomaron el micrófono en el estrado frente al Palacio de Bellas Artes.

 

El mitin termino poco antes de las 19 horas. Terminada la intensa lluvia y al caer el velo de la noche sobre la plaza de Bellas Artes, se dio paso a las diversas actividades programadas para la jornada 43 x 43.

 

Son ya nueve meses de lo ocurrido en Ayotzinapa. No se trata de un hecho aislado en el sentido de ser un suceso que se originó en una parte de la República donde existía una corrupción de tal magnitud que sólo las autoridades de esa región se involucraron con el crimen organizado. Esta tragedia tiene raíces profundas, no sólo son los 43 de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, son las múltiples masacres ocurridas en el Estado de Guerrero desde por lo menos la segunda mitad del siglo xx. En esta etapa histórica donde la liberación de la transacción del capital y la nueva configuración de la riqueza para postrarla en un 1% del total de la población, las acciones del Estado mexicano apuestan por desmovilizar a través de la contrainsurgencia cualquier tipo de organización popular, la tecnificación de la vida plasmada en la educación hacia los jóvenes la cual debe generar sujetos adoctrinados, serviles al capital en detrimento de una formación íntegra que les proporcionen herramientas para analizar y cambiar su realidad.

 

Alguna vez el Ernesto Guevara “El Che” dijo que la sensibilidad de la juventud comunista debía permear a flor de piel ante los problemas que afectan al pueblo, nuestro pueblo[2]. La injusticia debe convertirse en el motor de la inconformidad y sublevación social. Las múltiples formas de confrontación, el ímpetu de nuestras acciones debe concretarse en formas de lucha racionalizadas que aceleren la llegada de la Revolución hacia el socialismo-comunismo. Nuestro sacrificio, nuestra incansable lucha ante estos escenarios complejos debe ser el lubricante que nos mueva a dinamitar, todo aquél vestigio que busque mantener el orden establecido y reniegue de las reivindicaciones populares.



[1]Entrevista realizada el 26 de Junio del 2015 durante el mitin en conmemoración de los nueve meses de la desaparición de los 43 Normalistas de Ayotzinapa.

[2]Guevara, Ernesto. "¿Qué debe ser un joven comunista?". FJC. Biblioteca. Disponible en http://www.juventudcomunista.org/biblioteca/E_Guevara/Que_debe_ser_un_joven_comunista_Guevara.pdf

 

Partido Comunista de Mexico

El Comunista